Todas las personas, desde los más pequeños hasta los mayores están sujetas a la regla de que nadie puede escapar al miedo. Todos lo sentimos, en mayor o en menor medida. La forma en que lo experimentamos varía de acuerdo al signo zodiacal al que pertenezcamos; pero, incluso entre personas del mismo signo pueden existir sensibles diferencias. Sin embargo, estamos predispuestos a adquirir miedos y fobias que dependen mucho de nuestro signo solar.
Un viaje a los temores de Leo
La indiferencia es quizá el mayor de los castigos para un Leo. Los de este signo no soportan verse ninguneados o relegados al anonimato. Para ellos es preferible ser recordados entre maldiciones y odio que vivir en la penumbra del olvido. Por ello viven intentando llamar la atención a cualquier precio. Desde el más minúsculo adminículo hasta las más estrafalarias vestiduras, Leo trata siempre de causar impresión en los demás. No ser valorado es otro de sus grandes temores. Cuando hacen algo esperan siempre comentarios que los exalten; la admiración de las personas es como el depósito del que se alimentan.
Emplean sus cualidades dramáticas para idear nuevas formas de cautivar los sentidos de «su público». Cuando sienten que no reciben la respuesta que añoran, despliegan esfuerzos sobrehumanos para mantener esa corriente de afecto que emana de los otros. Si sus afanes de protagonismo no calan en el gusto de los demás, Leo desciende por una espiral de destrucción. Se adentra, por ello, en actos equivocados que muchas veces tienen consecuencias negativas para su vida. Para superar esta caída, Leo tiene que reconocer que no es el único ser sobre la tierra, que no es el centro del mundo y que, sin embargo, su valía no se ve mermada por ello.
El temor de perder el poder y el liderazgo
Si bien es cierto que Leo tiene una actitud de líder, siendo pionero en los proyectos y asumiendo con vehemencia cualquier proyecto, alberga siempre el temor de no poder mantenerse a la cabeza. Existe una palabra que define bien los miedos de Leo, la atazagorafobia, que es el miedo a no ser tomado en cuenta, a pasar desapercibido. Las huellas de Leo tienen que, desde su enfoque personal, mantenerse visibles para cualquiera, nadie debería ignorar que él ha pasado por ciertos lugares o que ha realizado hazañas impresionantes. A pesar de su desmedido orgullo, Leo es una persona sincera y muy abierta.
Se caracteriza por poseer un enorme corazón, no suele apartar su mano cuando alguien acude a él buscando socorro. En este sentido, cuando ama, lo hace entregándose por completo. De este amor desbordado surge otro de sus temores, el de amar más de lo que puedan amarlo a él. Su orgullo, como todo en la vida, no es negativo en un cien por ciento. Cuando hace algo por alguien, lo hace con la intensión de ser valioso, de ser útil; saber que el resto reconoce sus esfuerzos por ayudar a los demás le convierten en una persona feliz. Sus temores pueden también hacerse manifiestos cuando los demás malinterpretan sus actos y los achacan solo al ego o al orgullo, opacando así sus logros.